Jueves, Julio 30, 2020
LANDER, empresa nativa digital
No parece posible, pero han transcurrido 20 años del siglo XXI en un santiamén y, eso que decía la canción tanguera de Carlos Gardel de que “veinte años no es nada”, no parece cierto, porque en estas dos décadas del nuevo siglo, se están sucedido hechos que están modificado el destino de la humanidad para siempre.
El inicio de un milenio sin el temido apagón, el atentado a las torres gemelas en 2001, el colapso del mercado de las hipotecas suprime durante el verano de 2007 en Estados Unidos que se convirtió en una crisis mundial en toda regla cuando Lehman Brothers cayó en la madrugada del 15 de septiembre de 2008, el precio histórico del petróleo, la pandemia del Covid-19 que está paralizando el mundo en la actualidad. Algunos de estos acontecimientos y varios otros, parece que están suponiendo un antes y un después en el curso de años venideros, así como en el ritmo de los cambios que ya de por sí nos deparaba el futuro.
En los últimos veinte años, la expansión de internet, las nuevas tecnologías y las redes sociales continúan cambiando el mundo de forma radical. Todo, desde el trabajo y las tareas cotidianas hasta el ocio o incluso las relaciones personales son muy diferentes a lo que fueron hasta el siglo XX. Parece que nos encontramos ante un proceso irreversible. El mundo gira cada vez más rápido y abordar los múltiples retos que plantean los avances tecnológicos se torna poco menos que un imperativo para la sociedad en general y para las compañías en particular.
Sin embargo, la necesidad de adaptación no viene propiciada únicamente por los avances digitales, sino también por el cambio de comportamientos y hábitos que han sufrido las personas, con la relevancia que han cogido problemáticas como por ejemplo el cambio climático y acontecimientos puntuales que marcan en curso de la historia. Por lo tanto, todo ello demanda la creación de nuevos modelos y estructuras en todos los ámbitos, facilitados por las nuevas tecnologías.
El siglo XXI ha venido acompañado de grandes cambios que afectan a las empresas de manera directa. Se estima que el 75% de las organizaciones europeas se habrá transformado digitalmente en 2027 y serán similares a las nativas digitales. Y más les vale, ya que parece que el curso de los acontecimientos deja cada vez menos margen de movimiento a las empresas que no terminan de dar el paso de lo tradicional a lo digital.
En este sentido, las empresas nativas digitales, sociedades creadas durante este siglo en el contexto de la era digital, están siendo capaces de crecer y adaptarse a las nuevas circunstancias a pesar de la coyuntura económica del momento. Y esto es debido a que las nuevas tecnologías y los recursos digitales, forman parte intrínseca de la estrategia propia de la empresa. Según expertos en esta materia, hay varias claves que fundamentan el éxito de una empresa nativa digital entre las que se encuentran dos fundamentales: la innovación y la tecnología.
Estas empresas analizan continuamente su desempeño gracias a la capacidad de análisis de datos, y son capaces de innovar para optimizarlo. Cualquier ámbito de la empresa es susceptible de mejora y un reto para la innovación. El éxito de la innovación depende de comprender las necesidades de los clientes y en la capacidad de adaptar los productos a los mismos. Además, utilizan soluciones tecnológicas propias y de terceros para optimizar sus procesos y reducir al máximo las tareas manuales, que son, por definición, poco escalables.
Estas y otras características como la financiación creativa, la cooperación y la internacionalización, son el día a día de las empresas nativas digitales.
LANDER nace en 2002 ya como empresa Digital Nativa y sin duda, son situaciones como las que vive el mundo en la actualidad, las que nos recuerdan que estar en la onda de lo digital significa estar preparado para el cambio constante, ser capaz de predecir a largo plazo y tener una clara visión de lo que el cliente esperará en el futuro.
Ahora más que nunca, es necesario desarrollar una cultura innovadora y vincularla con la economía sostenible para poder cumplir los desafíos sociales y medioambientales a los que se enfrenta el mundo.